La vida es un contínuo devenir, no nos es posible predecir los cambios que puedan surgir y que podrían modificar nuestro nivel o calidad de vida. Buscamos la estabilidad, que cuando hemos conseguido algo, sobre todo si ha costado esfuerzo, se mantenga en el tiempo. Pero además este sentimiento no es sólo a nivel individual, sino que tampoco queremos que se vean afectados los demás integrantes de la unidad familiar.
En este caso vamos a tratar de los seguros de vida-riesgo, es decir en los que el pago de la prima se dedica exclusivamente a dar cobertura a las contingencias de fallecimiento e invalidez, por cualquier causa, además de otras opciones, sin que ello suponga una devolución de lo aportado por parte de la compañía hacia el cliente, como ocurre con los seguros de ahorro.
Tampoco hay que confudir el seguro de vida con el de decesos, ya que el fallecimiento, mejor tarde que temprano, es un suceso de la condición humana, y por tanto previsible.
Es habitual que se contrate vinculado a una hipoteca, de forma más o menos obligada, pero también existen motivos para contratarlo de manera voluntaria.
Lo primero que hay que preguntarse es:
Además de los costes y trámites de entierro, se produciría una disminución en los ingresos. Existen unas prestaciones por viudadedad y orfandad pero no llegan a compensar el mismo nivel de vida. Puedes solicitarnos una simulación con nuestro asesor vida. Esta disminución de ingresos provocaría dificultades en el pago de una hipoteca, créditos personales, gastos fijos del hogar, educación de los hijos y también gastos sociales: centros deportivos y de ocio, desplazamientos vacacionales, cenas con amigos, etc, que disminuirían el anterior nivel de vida, si no cambiándolo radicalmente, haciendo aún más dolorosa la pérdida. La prestación del capital de fallecimiento, paliaría esta situación.
Esta situación puede todavía peor que la anterior. Una invalidez supone, desde no poder realizar el trabajo habitual hasta no poder llevar a cabo ninguno, con los que los ingresos de la unidad familiar se reducen. Y en la peor de las situaciones supondría unos gastos añadidos para los casos de dependencias más severas, difícilmente afrontables. El seguro de vida compensaría la dsminución de ingresos y sería de gran ayuda para superara los gastos añadidos de la situación.
Rotundamente no, es apto para cualquier tipo de economía. Nadie está libre de estas contingencias y todos tenemos un nivel de vida que queremos se siga manteniendo. Dado que su coste es proporcional a los capitales asegurados, a menores necesidades, también tendrá un menor coste para el asegurado.
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